Archivo de junio, 2014

El Ejército de los Estados Unidos ha tenido durante muchos años el eslogan: «Sea todo lo que puede ser». Este eslogan, aunque simple, es muy motivador porque es una invitación a desarrollar todo el potencial. Si usted da el cien por ciento de sí mismo a sus esfuerzos nunca tendrá que mirar atrás con remordimientos. Después de todo, si usted da todo de sí, no existirá nada más que se ha podido haber hecho.

Dar el cien por ciento significa andar la milla extra cuando se necesita. Implica ser recursivo cuando es necesario, aprender todo lo que se necesite para lograr alcanzar los resultados esperados. Significa hacer seguimiento, realizar el procedimiento completamente y llevar el proceso hasta su feliz culminación. Cuando uno da su cien por ciento, utiliza todos sus talentos, sus facultades mentales, sus esfuerzos y su pasión para hacer que el éxito se convierta en realidad.

Usted sabe cuándo está dando su cien por ciento. Lo puede sentir en cada fibra de su ser. Cuando usted está completamente alineado con su meta y hacer lo que sea necesario para hacerla realidad usted se convierte en una herramienta poderosa para alcanzarla.

El éxito es como un espejo. Refleja exactamente lo que se pone frente a él. Lo que usted encarna y representa es lo que se reflejará en resultados tangibles. Lo que usted se esfuerce por alcanzar es lo que reflejará el espejo.

Lo que usted haga y la forma como lo haga determinará el alcance de su éxito. Si usted verdaderamente quiere alcanzar el éxito, considere cuánto tiempo, esfuerzo y energía implicará lograrlo. El esfuerzo valdrá la pena, por los resultados que se alcance.

Donde quiera que miremos, en el mundo actual estamos inundados de publicidad, anunciando diversos productos y servicios, desde alquiler de automóviles, hasta crema dental. Cada anuncio intenta, de diversos modos, persuadirnos para que compremos el producto. Entre las estrategias están lemas, canciones y celebridades sonrientes, todas estas orientadas a comunicar la idea de que el producto o el servicio que se ofrece es superior a todos los demás. Y mientras el cúmulo de publicidad se vuelve abrumador, el mensaje subyacente es muy útil para nosotros. La calidad cuenta.

Y cuenta también en términos de esfuerzo. Hay una diferencia entre las horas laborales y las horas productivas, así como también existe una diferencia entre trabajar duro y trabajar bien. La primera forma de trabajar implica hacer girar el molino, la segunda esforzarse por la excelencia.

Cuando uno se esfuerza por la calidad el universo responde en especie y devuelve ese mismo nivel de compromiso para con usted. Cuando uno se ahorra unos centavos y sacrifica la calidad del producto, del servicio o del esfuerzo, los resultados no se harán esperar.

De modo que preste mucha atención a la calidad de sus esfuerzos. Los esfuerzos a medias producen resultados mediocres. Los esfuerzos excelente, sin embargo, producen resultados impresionantes.

Diligencia significa aplicarse a hacer lo que se está haciendo. Significa dedicar el tiempo y las energías para el trabajo que sea necesario. En otras palabras, significa recogerse las mangas y ocuparse del asunto.

La diligencia implica hacer lo que se tiene que hacer sin postergación, sin excusarse y sin buscar atajos. Las personas diligentes se concentran en la tarea que hay que terminar. Del grado de atención y dedicación que usted de a sus esfuerzos dependerán los resultados que obtenga en retribución.

En la vida. las metas requieren estrategias, visualización, intentar diferentes enfoques, revaluar y perseverar. Algunas metas exigen bastante de uno mismo. Otras un poco menos. Pero sin importar lo que ello implique, el desafío es dar la talla y rendir.

Los siguientes pasos le ayudarán a diseñar un plan de acción respecto a las metas que quiera alcanzar. Le mostrarán como subdividir su meta en tareas realizables, cada una de las cuales lo llevarán a estar un paso más cerca del éxito.

  1. Haga una lista de todas las cosas posibles que usted puede realizar para adelantar su proyecto. Incluya todos los pasos, desde los más pequeños hasta los monumentales. Escribirlos todos no significa necesariamente que tanga que ejecutarlos. Así que ánimo y escriba todo lo que pueda imaginar que alguien con una meta como la suya necesitaría hacer para alcanzarla.
  2. Destaque una acción que le parezca especialmente atractiva. Si ninguna le parece atractiva, escoja una que sea fácil de hacer, quizás la menos intimidante. Puede ser la más pequeña o las más simple. Al comenzar con metas pequeñas y cumplirlas verá cómo se fortalece su sentido de logro. Sin importar cuán pequeña sea la tarea es muy importante sentir que el proceso sigue avanzando hacia adelante.

    Comenzar con pasos pequeños no significa que no pueda maneja algo más difícil, más bien, tiene el objetivo de aumentar la autoconfianza al poder ver resultados inmediatos. La autoconfianza se construye a partir de muchos pequeños momentos positivos. Fije su norma o tarea a un nivel razonable de comodidad, de modo que pueda disfrutar el despliegue de sus habilidades. Por ello, es bueno iniciar pensando: «yo puedo». Cuando consiga progresos podrá agregar sus resultados a la lista de logros.

  3. A continuación ejecute el paso que haya seleccionado.
  4. Celebre el hecho de que ha realizado algo para poder su proceso en acción. Tal vez sea algo tan sencillo como hacer una pausa y mentalmente darse unas palmaditas de felicitación en la espalda. No de por sentado el paso tan importante que ha dado.
  5. Siga adelante. Ejecute otro paso y después otro. Cada logro produce nuevas energías. Entre más entusiasmo genere, más pronto avanzará. Cada vez que experimente energías renovables por causa del éxito alcanzado utilice esas energías para motivarse a superar el próximo desafío. El éxito genera motivación. Usted necesitará experimentar el éxito en algo, aún en cosas pequeñas, a fin de sentirse motivado para continuar adelante y proseguir con los siguiente elementos de su lista.

Cuando enfrente un problema, necesitará regresar al momento justo antes del problema. Pregúntese qué fue aquello que condujo al problema. ¿Qué causó la dificultad? Entonces enfréntela y haga usa de dos cosas: Corrija el problema intentándolo de nuevo, o vaya un paso atrás e intente algo más fácil. Tal vez, este no sea el mejor momento para abordar ese paso específico.

Cuando se trata de dirigirse de un lugar a otro, la pregunta que con más frecuencia se escucha es «Yo quiero, pero ¿cómo lo hago?».

No se enfoque en el «cómo», concéntrense en el «qué». El «cómo» se introduce en la cabeza intentando descifrar el misterio de la acción. El «qué» lo impulsa a dar los pasos de acción que se pueden emprender. El «cómo» es intangible y evasivo. El «qué» lo conduce a dar los pasos concretos y específicos que puede dar para transformar su meta en realidad.

A fin de realizar lo que necesita, lo único que se debe saber es «qué» es lo que se requiere realizar.

El «qué» conduce directamente a los pasos que se dan para llevar a cabo el proceso. El «qué» impide que uno entre al misterioso reino de lo desconocido.

Por supuesto, existe un valor en explorar el «cómo»  de nuestro universo; no obstante, cuando usted esté intentando producir resultados en su vida, tal exploración es más bien un obstáculo que una necesidad.

Si usted está listo para emprender la acción no se paralice con el «cómo». Concentre su atención de inmediato en el «qué». En otras palabras, supere la pregunta filosófica y vaya directo al proceso de la acción.

Las metas son simplemente una lista de buenos deseos e intenciones hasta el momento en que usted emprende la acción. Entre más intelectual y racional sea usted, más fácil será analizar la situación y evitar emprender la acción. Esto es lo que comúnmente se conoce como análisis paralizante, que consiste en pensar acerca de algo, analizarlo, entenderlo, investigarlo, considerarlo con familiares y amigos, y meditarlo. Y al final no hacer nada al respecto.

Los líderes suelen decir algo como lo siguiente: «Tu puedes o pensar en tu mensaje o realizarlo. Es algo tan simple como eso. SI usted ha estado pensando en su asunto interno por suficiente tiempo, tal vez ahora es el momento de hacer algo al respecto. Recuerde, si usted lo está pensando, no lo está haciendo».

Cuando uno hace la transición del pensamiento a la acción, es como si dibujara una línea en la arena diciéndose a sí mismo: «Cuando yo cruce esta línea, empezaré a actuar y dejaré de pensar». Y cuando cruza esa línea, sus moléculas empezarán a agitar el mundo a su alrededor. Así que para producir el éxito que desea, en cualquier área en particular en su vida, deberá poner en funcionamiento las ruedas de la acción.

A veces todo lo que se requiere es un poco de estímulo para que la gente despierte su sueño. Todo lo que se requiere es un poco de entrenamiento para diseñar un plan de acción. No obstante, cuando se trata de la implementación es algo que se debe dejar completamente en mano del individuo. Nadie puede mover los pies hacia delante sino solo usted.

Emprender la acción es lo que diferencia a los jugadores y a los espectadores en el terreno deportivo. Sin acción, usted no está en el juego. Usted simplemente es un observador esperando empezar. La diferencia entre ser un espectador y un participante inicia con un simple paso: la acción.

La suerte puede batir su varita mágica; ocurre de vez en cuando. Pero mire a su alrededor: ¿Cuántas personas de las que usted considera exitosas están allí como resultado de la suerte?. ¿Se construyó el imperio de Bill Gates sin invertir allí años de tiempo y energías?. ¿Llegó a convertirse Bruce Springsteen en un personaje famoso como resultado de la buena suerte?. ¿Se convirtió Barbara Walters en una periodista exitosa por casualidad?. Cierto, estar en el lugar apropiado, en el momento apropiado ha jugado su papel en cada uno de estos casos. Pero hubo algo más implicado: El esfuerzo extraordinario.

La suerte es una cosa marabillosa. Sin embargo, por su misma naturaleza, viene sin ninguna garantía. Si lo que usted desea es la completa realización de sus metas, puede esperar a que la suerte se aparezca, pero esa no es la mejor opción.

La suerte puede agotarse, y de hecho se agota. La suerte hace que las personas se mantengan a la expectativa de alguna medida extraordinaria de casualidad. No obstante, el establecer las propias metas y hacer que éstas ocurran, es lo que hace que la responsabilidad se transfiera a sus manos. Además, usted no tendrá que recostarse en su hombre indefinidamente, preguntándose si aún tendrá la suerte que alguna vez tuvo o preguntándose si ésta desaparecerá. Si usted no experimenta la fuerza de su propia casualidad, no sentirá su vehículo lo suficientemente estable y bajo su control.

La causalidad es el acto de traer algo a la existencia a través de los esfuerzos propios. Es la aceptación y el reconomiento de que usted es el que causa su propia realidad. Lo que usted diga, haga y piense afectará directamente los resultados que obtendrá.

La causalidad implica estar dispuesto a invertir todo su ser en lo que se quiere a fin de hacerlo realidad. Implica que usted esté dispuesto a encontrar la forma de hacer las cosas. Implica estar dispuesto a invertir el tiempo y la energía necesarias para producir su realidad anhelada. Lo opuesto a la causalidad es «no hacer nada». Por supuesto, hay un espacio y un lugar para no hacer nada, no obstante, cuando usted esté enfocado en alcanzar el éxito, la causalidad funciona mejor que «hacer nada». Si usted quiere alcanzar el éxito, usted puede, por supuesto, esperar a que el universo gire y se lo entregue. O usted puede confiar en usted y hacerlo suceder.

El éxito le ocurre no sólo a aquellos que lo persiguen sino también a aquellos que toman la iniciativa y lo hacen ocurrir. Aquellos que se animan a ir y batear la bola son aquellos que eventualmente se notan resultados.

Un aspecto triste de la vida es que no todo el mundo se alegra por el éxito que otros alcanzan. Sería maravilloso que cada persona se sintiera satisfecha consigo misma y que no se sintiera en la necesidad de rebajar a otros para hacer sentir su propia valía. No obstante, ese no siempre es el caso. Muchas personas se encuentran tan atrapadas en sus propios sentimientos de inutilidad que se les hace difícil demostrar reconocimiento hacia los progresos de otros.

A algunas personas a nuestro alrededor les interesa que uno conserve su posición actual en la vida. Se esfuerzan por mantenerlo a uno bajo control para asegurarse de que uno nunca progrese más allá de lo que ya ha alcanzado. Miden su propio desempeño en relación con la posición de uno en la vida, y si uno obtiene un avance, eso los hace sentirse amenazados en su propia posición.

Pueden sentirse amenazados por el éxito que uno consiga e intentan de forma sutil disuadirlo de trabajar por su sueños. O tal vez, puede que con el bienestar de uno en mira, no deseen que uno experimente decepciones, así que intentan desanimar las aspiraciones que uno tiene.

¿Qué tiene que ver todo esto con el éxito? Tiene que ver todo. Cuando uno recibe mensajes provenientes de personas cercanas, sean estos directos o sutiles, diciendo que uno es codicioso, demasiado ambicioso, poco realista o que está intentando llegar demasiado alto, tienen su efecto en uno. La duda o la incertidumbre pueden minar la propia confianza y la determinación.