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» ¿A dónde quieren llegar?. ¿No les basta el daño y la humillación que hasta ahora nos han hecho padecer?. La soledad y el abandono que han sembrado, ¿no les es suficiente?, ¿hasta dónde desean destruirnos?.

Han llegado al límite, tocando fronteras, nuestra paciencia se ha agotado, con una voluntad y determinación que nace de espíritus desvastados por su sádica forma de actuar; nos ponemos de pie con la determinación de hacer un alto a su proceder: Nuestra garganta, agotada de protestar; ha concedido una forma nueva de expresar lo que siente nuestro corazón.

¡Basta con la injusticia!

No deseamos ver más el saqueo a nuestra nación. Ha llegado nuestro momento para demostrar de lo que es capaz la dignidad de nuestro existir.

Todos tenemos derecho a la realización y no permitiremos que nada ni nadie nos aplaste en nuestro grito de desesperación, para tener la opción de existir.

Cuando la opresión se convierte en tradición, cuando buscar caminos está prohibido, cuando sabemos que la corrupción ha clausurado posibilidades a la dignidad, cuando nos sentimos ahogados porque los depravados han aplastado la posibilidad de expresar la libertad, exigimos un mundo donde el amor y la verdad puedan significar la posibilidad de existir con respeto, y la esperanza de poder convertir nuestros sueños en realidad.

La marcha sin fin se ha iniciado y no dejaremos de caminar hacia el destino pleno al que está llamado todo ser que es el reflejo del creador.

Somos parte de un sueño, posible e imposible, utopía y realidad, con una sola convicción, de que dejaremos de existir cuando ya no podamos superarnos. Hoy y aquí y mañana sabremos diseñar el mundo en el que deseamos vivir.

Nuestras armas son el amor y la verdad, la más bella esperanza que poseemos es saber que todos los días podemos construir el mundo en el que deseamos existir.

Declaramos que solamente hay un sendero que recorrer; queremos que nuestras huellas marquen para siempre el camino del amor, nuestras vidas sean un testimonio viviente de quienes creemos en la verdad y día a día intentemos edificar con el ejemplo de hacer realidad lo que creemos.

El testimonio es el resultado de la convicción; nunca mostraremos un sendero en el cual nuestro andar no sea reflejo de la esencia que en cada momento nos hace caminar; paso a paso dejamos parte de nuestro existir y en cada instante deseamos construirlo que para nuestros hijos será un sendero del cual partir. »

De: «El Poder Transformador» de Miguel Angel Cornejo.

«Mirando razonablemente al común de los hombres, la soledad tiene sus ventajas, porque nos protege contra el desánimo, es decir, no pone en contacto con nosotros mismos. Por de pronto, la mayoría de la gente pasan la vida sin haberse enfrentado lealmente consigo mismo, en la profundidad de su ser, para reconocer con los ojos abiertos sus propias debilidades, para ponderar su formidable potencialidad humana, y al mismo tiempo medir su multiforme capacidad de organizarse para futuras empresas.

La soledad es puerta abierta para el discernimiento, condición para renovar la esperanza y la vitalidad, al mismo tiempo que da respuestas que nadie puede dar, y descubrir nuevos valores y nuevos caminos. Aceptándose como es, apreciándose tal como es, se hace independiente de cualquier contingencia, y la soledad deja de ser opresiva. No tiene miedo. No se enoja consigo mismo. No necesita de ruido y compañia para salir de sí mismo, de su ambiente interior. Para poder amar, debemos amarnos a nosotros mismos. No se está solo con quien se ama. Amándonos, estamos seguros de que otros pueden también amarnos. Se acaban los complejos de inferioridad, la autocompasión, que se agraca con el correr de los años. Entonces descubrimos que somos amables, capaces de agradar, de inspirar simpatía y capaces de hacer amistados sinceras y verdaderas.

Dios, sólo Dios puede amanecer sobre la noche solitaria. Sólo Dios puede llegar hasta la última soledad, a inundar nuestris valles interiores de corrientes sonoras y frescas. Dios es la presencia pura y amante que envuelve, abraza, compenetra y configura la noche de la soledad. Lo importante es que el ser humano en su contingencia y precariedad, quede abierto, amoroso y sosegadamente en Él, compenetrado, identificado.

Dejemos a un lado el temor de asomarnos a nuestro interior, y afrontemos la necesidad de saber como somos. Nuestras ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos, cómo nos vemos. Tenemos que establecer nuevas relaciones viendo qué personas nos convienen y cómo contactar con ellas. Tenemos bastante más encanto de lo que creemos. Tenemos suficiente capacidad para hacer felices a muchas personas que están a nuestro derredor. ¿Condición?. Abrir las puertas de la confianza.

La soledad se supera con la comunicación. Si pasamos la vida construyendo puentes en lugar de muros, si abrimos ventanas al mundo, y no nos encerramos en una celda tapizada de espejos en que sólo nos vemos a nosotros mismos, no tenemos por qué temer la soledad. Hay personas solitarias. Vamos a buscarlas. Aliviando el peso ajeno, aliviaremos el nuestro, y poblaremos muchas soledades».

De:
«Las fuerzas de la decadencia»
Ignacio Larrañaga