Archivo de septiembre 2nd, 2012

» Si estás haciendo algo por obligación – no te gusta, y lo estás haciendo por obligación – tarde o temprano quedarás atrapado en ello y te resultará difícil desembarazarte. Simplemente observa en tus veinticuatro horas cuántas cosas haces que no te aportan ningún placer, que no contribuyen a tu desarrollo.

Una persona inteligente construirá su vida de manera que poseerá la poesía de la espontaneidad, del amor, de la alegría.

Si tú estás desperdiciando tu vida, no es la responsabilidad de nadie más.

Yo te enseño que seas responsable contigo mismo, esa estu primera responsabilidad. Todo lo demás viene después.

Tú eres el centro mismo de tu mundo, de tu existencia. Así que sé inteligente. Introduce la cualidad de la inteligencia. Y cuando más inteligente te vuelvas, más capaz serás de introducir inteligencia adicional en tu vida.

Simplemente vive totalmente, armoniosamente, con consciencia y todo lo demás llega hermosamente por sí mismo. Una vida de celebración sigue a la luminosidad de la inteligencia «.

De: «Inteligencia: La respuesta creativa del alma» de OSHO.

Antes de recriminar, infórmate;
reflexiona primero y censura después.
Antes de responder, escucha,
y no interrumpas al que tiene la palabra.

No discutas por lo que no te incumbe,
ni interfieras en peleas de pecadores.

Hijo, no te ocupes en demasiados asuntos,
porque si así actúas, no saldrás bien parado;
por más que corras, no alcanzarás,
por más que quieras huir, no escaparás.
Hay quien trabaja, se fatiga y apresura,
y todo llega tarde.

Eclesiástico Cáp. 11 Vér. 7 – 11

Por su sabiduría el pobre llevará alta la cabeza,  y se sentará entre los grandes.
No alabes al hombre por su belleza,
ni desprecies a nadie por su aspecto.
Pequeña es la abeja entre los animales que vuelan,
pero su producto es el más dulce.
No presumas de los vestidos que llevas,
ni te engrías cuando te alabe;
pues admirables son las obras del Señor,
y, sin embargo, permanecen ocultas a los hombres.

Muchos tiranos acabaron por los suelos,
mientras un desconocido se ceñía la corona.
Muchos poderosos fueron humillados,
y hombres ilustres cayeron en otras manos.

Eclesiástico Cáp. 11 Vér. 1 – 6.